miércoles, 6 de octubre de 2010

Presentación


Es un lugar común creer, aun afirmar y defender, que la implementación de tecnología, per se, supone una mejora en la calidad de la educación. No faltan crédulos de discurso inflamado que se refieren a dicho proceso como la revolución educativa. Entonces, uno debe suponer que la revolución, en un par de clicks, resolverá la situación crítica de la educación en esta tierra de ricas montañas, risueñas playas y cumbres nevadas. Salvo la tecnología, todo es ilusión.

Sin embargo, ¿conocemos algún estudio, investigación científica que sustente dicha afirmación? No valen recortes de El trome, tampoco lo que te dijo tu profesor de computación en IDAT. Lo cierto es que -googleen-es difícil encontrar uno. Hay, sí, gurús informáticos que recomiendan su implementación en los currículos educativos, porque si no tenemos un curso de computación en la escuela, afirman, somos poco menos que cavernícolas.


Por otra parte, ¿qué sabemos acerca del programa OLPC en Perú? Poco. La siguiente cita, recogida en una investigación de campo en una escuela de Loreto donde se entregaron las laptops a los niños, es reveladora, cuando no descorazonadora. Muestra de la improvisación con la que se viene implementando el programa Una Laptop Por Niño en nuestro país. La improvisación, se entiende, es marca registrada de este gobierno.

«Le planteé a una niña una suma sencillísima (2 + 2), y no me respondió nada. Se me quedó mirando, y en seguida resolvió con la máquina lo que le había planteado».


Están invitados.

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